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LEIF ERIKSON LLEGÓ 491 AÑOS ANTES QUE CRISTÓFORO COLOMBO.

El 12 de octubre, en el continente americano, se conmemora o se celebra –oficialmente– «el descubrimiento» y algunos países festejan «el día de la raza»; esto, además de ser una distorsión de la historia, es –quizás– una monumental cancamusa y una de las mayores burlas que se puede hacer a los pueblos indígenas.

Sin hacer referencias al desahuciado concepto «raza», en las líneas que siguen se intenta –someramente– abordar algunos asuntos sobre el poblamiento del continente, los «contactos» polinésicos, los primeros europeos que llegaron y la «empresa», «gesta» o «hazaña» española.

Los polinesios.

Existe una vasta literatura que –basándose en algunas leyendas y especulando bastante– habla de «descubridores» africanos, viajes transpacíficos (de asiáticos) y viajes transatlánticos (de europeos) mucho antes de 1492, pero, las pruebas son insuficientes.

Ameritan algunas líneas las investigaciones hechas en el territorio mapuche (en particular, en la Isla Mocha) que muestran varias pruebas que podrían evidenciar «contactos» –aproximadamente, mil años atrás– entre culturas polinésicas y los mapuche.

Se sabe que los polinesios, en su expansión por las islas del Océano Pacífico, trasportaron –principalmente– cuatro de sus animales domésticos: la gallina, el perro, el cerdo y el ratón polinésico; hoy, está probado que –genéticamente– la gallina «koyonka» (o gallina mapuche) es polinésica y algunos investigadores sospechan que el perro del territorio mapuche también podría serlo.

Desde principios del siglo XX, en parte del territorio mapuche, se tenía conocimiento de cráneos «prehispánicos» con rasgos polinésicos; en investigaciones recientes se han encontrado esos mismos rasgos en pelvis y otros huesos analizados.

También se afirma que en todas las islas polinésicas se cultivó el camote y la calabaza, plantas –comprobadamente– americanas, que jugaron un rol fundamental en la alimentación; se asevera que las semillas de dichas plantas –dada su fragilidad, porte y forma– es imposible que hayan sido transportadas por el mar, los vientos o los pájaros, es decir, fueron llevadas por seres humanos como alimentos (para la travesía del Océano Pacífico en el sentido Este–Oeste) o como semillas (con la intención de cultivarlas).

Ciertos lingüistas han establecido similitudes entre varias lenguas polinésicas y el mapudungun e incluso presentan algunas palabras con idéntico significado. Además, no deja de ser sorprendente que, en el territorio mapuche, se hayan encontrado piezas pétreas trabajadas (al parecer, representan un pájaro estilizado) muy comunes en Polinesia que –dependiendo de las islas– son armas, símbolos de mando o elementos rituales; los arqueólogos (a falta de una palabra en mapudungun) las designan «clavas» y afirman que son «prehispánicas» pero, se desconoce la utilización o el significado que tuvieron para los mapuche.

El estadio de las investigaciones no permite medir la trascendencia de los –posibles– «contactos» y la intensidad del –eventual– «intercambio cultural»; tampoco se puede descartar o afirmar si se estableció convivencia o si hubo mestizaje. Los «contactos» habrían sido favorecidos por las corrientes marinas y –posiblemente– por el «fenómeno de El Niño».

Fuente: http://www.mapuexpress.net/?act=publications&id=5609

Publicado el: 05/10/2011
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